No recuerdo que día fue, en que Florecitas –persona que me quiere y yo más a ella –me dijo que la próxima publicación de su libro podría tener como título “Mi Prisión” –bonito titulo le dije –. Desde ese día en mi caprichosa y desconcatenada conciencia retumba una pregunta que yo mismo me formule: ¿Armandito de ti cuál es tu prisión? Estuve meditando, pensando y buscando administrar cuales de las tantas cosillas mías podrían entrar en mi baúl prisionero anónimo; y a la fecha a la luz del desanonimato.
Antes de identificar mi ergástula interior quisiera definir como percibo lo mencionado: en mi caso, al igual que muchos, mi prisión es un encierro mental, donde mis ideas son aplastadas por las absorbentes y codiciosas costumbres y comportamientos sociales. Aplastados por entes maniatados por la razones inconscientes que prohíben y cohíben mis deseos de hacer lo que en mi pudiera parecer correcto, todo ello hace de mi existencia una separada y desunida insoportable prisión. Volviéndome loco de no poder librarme de esa mazmorra abstracta y muchas veces cediendo la mano, de una u otra forma, con esta sociedad que nos rodea y oprime.
La primera, la más fuerte y la única de mis prisiones es la vivencia de la separatidad, lo cual provoca mi angustia. Eso significa que este aislado (físico y/o mental), sin tener la posibilidad de poder utilizar mis poderes humanos, significa que el mundo puede invadirme –y atropellarme –sin que yo pueda reaccionar. Por una parte me produce vergüenza y un sentimiento de culpa. Mi prisión es saber que soy consciente de poder hacer lo que quiero según mis posibilidades y no me acerco a ello. Mi prisión es saber que mañana es jueves y aun no hice nada por mí. Mi prisión es saber que soy yo.
Y tú te has preguntado ¿cuál es tu prisión?
No hay comentarios:
Publicar un comentario